Ciudadanos del Mundo


Choose sides
Or run for your life
Tonight the riots begin
On the back streets of America
They kill the dream of America
-Tracy Chapman, Across the lines. 1988

Migrantes, refugiados, invasiones, crisis, guerras, búsqueda de un futuro mejor.
Son temas que tenemos presentes en cada momento de nuestro día, presentes en Facebook, Twitter, Memes en whatsapp... ninguna red se salva. Incluso en una reunión familiar o de amigos es común escuchar el tema de los refugiados Sirios o las políticas antimigratorias de Trump. Prendes la televisión y aparecen noticias y opiniones sobre dichos temas.

Si nada de eso te pasa, probablemente deberías tratar de interesarte un poco más de lo que sucede en el mundo, porque es una realidad y es algo que está pasando en este preciso momento en el que yo estoy escribiendo y en el momento en que tu lo estás leyendo. No podemos fingir que no sabemos lo que está pasando. No podemos excusarnos con que el gobierno nos engaña acerca de lo que está viviendo el mundo, como los Alemanes hace 80 años. O pensar que los tiempos en que los "negros" eran excluidos de la sociedad americana y tratados como animales ya pasaron atrás.

Entiendo que los americanos que siguen a Trump estén molestos de ver a tantos migrantes en su país. Que no les gusten sus tradiciones, sus religiones, su físico, su estilo de vida, que se sientan invadidos... Basta con ir una semana de viaje a la mayoría de sus ciudades para darte cuenta que el 60% de las personas con las que te topes en el centro comercial tengan ascendencia extranjera. No eres estadounidense pero incluso como turista sientes que ése país se está llenando de inmigrantes y que muchos de ellos son pobres. Sensación de invasión. Lo entiendo, de verdad. Muchas veces la conducta de los migrantes no es la mejor, pero no me vengan con que los locales volverán a su país "great again". No me trago la historia de que su gente son puras familias unidas, trabajadoras y con mentes sanas y serenas capaces de construir el país que "fue en algún momento". El medio que están eligiendo para volver a su país "grande otra vez", en realidad está volviéndolo humanamente cada vez más pequeño. Están construyendo el foco apagado más grande del mundo.

Sin embargo, entiendo su sentir. Entiendo también que sea molesto para los griegos que sus calles estén llenas de Sirios varados en sus calles, encendiendo barriles para mantenerse calientes y algunos otros drogándose en pleno día. Entiendo que sea incómodo, que se sientan inseguros. Estoy segura de que si en México tuviéramos una cantidad proporcional al tamaño de nuestro país como lo tiene Grecia, también nos molestaríamos. Y mucho.

De verdad, entiendo. Pero no puedo evitar preguntarme quién nos dio el derecho de decidir que un pedazo de tierra nos pertenece. De creer que no le pertenece a otra persona sólo porque no nació ahí. Está bien. Las generaciones anteriores de los ciudadanos locales construyeron ese país, lo enriquecieron, le dieron forma. Se les reconoce y agradece... pero, en realidad nisiquiera fueron ellos, los actuales habitantes. Nisiquiera fuimos nosotros. Nosotros cosechamos y sembramos lo que ellos trabajaron.

¿Acaso el nacer en un pedazo de tierra te da la propiedad de ésta? Claro, nacer en ése pedazo de tierra te da ciudadanía, una nacionalidad, un sentido de pertenencia que los demás no tienen. Una urgencia de cuidado y preocupación por tu tierra. Pero el hecho de nacer humanos también nos exige (y, en mi opinión, de manera más estricta) un sentido de empatía por nuestra propia especie, de supervivencia, incluso. Si el pedazo de tierra en el que naces es un terreno de conflicto, violencia y discriminación, ¿pierdes el derecho a salir de él para protegerte en otro pedazo de tierra donde no corras peligro, aunque no sea el tuyo? ¿En qué momento nos sentimos con el derecho de decidir si recibimos o no en nuestros pedazos de tierra a familias que están huyendo de la muerte?
Sé que es costoso, que es política y socialmente complicado recibir esas enormes cantidades de gente en un país, y ésta entrada no propone una solución para ésto. Sólo busco recordarnos los horrores del pasado que el mundo permitió bajo la excusa de que no es ni política ni económica ni socialmente fácil recibir grandes cantidades de gente que huye de la guerra, al pobreza y la muerte.

Estoy leyendo un libro acerca de una judía rica y alemana que huye de su país en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. No me enoja el hecho de que ningún país recibiera al trasatlántico que transportaba a 936 personas, Cuba recibió a 30. El resto no fueron recibidos ni por Estados Unidos ni Canadá. El trasatlántico regresó a Europa y descargó a una cuarta parte de los pasajeros en Francia y a otro tanto en Inglaterra (junto con los de Cuba, los únicos sobrevivientes). El resto (quienes no se suicidaron en el camino) volvió a Hamburgo... a ser capturados meses después y mandados a campos de concentración.

No es esta historia lo que me enoja.

Lo que me enoja es que nos horroricemos de estas historias pero permitamos, apoyemos o no hagamos nada con respecto a lo que está pasando actualmente en el mundo. 
Mientras leo el libro, me horrorizo de que los países en ese entonces fueran capaces de cerrar sus fronteras a tantas familias que necesitaban tan sólo un trocito de tierra para sentirse a salvo. Me aterra cerrar el libro, prender la televisión o abrir cualquier red social y darme cuenta de que éso está pasando en éste preciso instante. Que nos sintamos dueños de ése pedazo de tierra que alguien más necesita para que su familia sobreviva.

¿Te horroriza lo que está pasando en el mundo? ¿Te sientes impotente ante las decisiones que se están tomando en los países más poderosos?
Hay maneras de ayudar económica y emocionalmente a familias de migrantes a través de organizaciones, movimientos, etc en la mayoría de las ciudades del mundo y muchos otros medios de ayuda.

¿Te impacta el odio y la indiferencia del mundo y de los gobernantes ante toda esta situación global?
Deja de decir "indio" o "indígena" como términos despectivos, empieza mirando a tu compañero de clase o de trabajo que tiene menos dinero o conocimientos que tú, al "naco" que se pasó el alto porque "no tiene educación", al compañero "feo" o que "no se baña". Míralos y, antes de sentir desprecio, ofréceles una sonrisa. Ninguna persona es más o menos por el dinero que tiene o por su físico, sino por la manera en que trata y vive con los demás. Ningún país puede llamarse a sí mismo grande por la cantidad de dinero o el tamaño de su desarrollo, ni por el color de piel de sus habitantes, sino por la calidad humana y generosidad de su gente.










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