Las dos posesiones más valiosas
La noche
El otoño
Un recuerdo
Un recuerdo
Y una excelente película...
La combinación necesaria para que yo volviera a escribir...
Ese momento en que te das cuenta de que estás a un mes de cumplir un año de no haber escrito en el sitio que te inspiró y te lanzó a querer hacer cosas grandes.
Que te hizo descubrir, recordar y codificar experiencias para que, no importa lo que pasara, estuvieran guardadas en letras para que nunca nada, ni el tiempo, pudieran arrebatarte.
Es increíble el poder de las palabras.
No he dejado de pensar en que la posesión más valiosa que tenemos es el tiempo.
No podemos intercambiarlo, venderlo o controlarlo... Nos supera... y a cada segundo, ganamos y perdemos una pequeña pero significativa fracción de éste.
Es increíble lo que se puede o no hacer con el.
Lo que lo hace tan valioso y tan poderoso es que, al igual que el amor, es algo que todos poseemos pero que no puede comprarse, ni arrebatarse ni, sobre todo, controlarse. El tiempo y el amor existen, son lo más valioso en la tierra y todos nacemos con ellos, dentro de nosotros. Lo importante es qué haces con ellos.
Intangibles, innegociables e incontrolables, el tiempo y el amor son las bases de nuestras vidas.
Una persona que vive sin tiempo, en realidad, no está viviendo.
Una persona que vive sin amor, evidentemente, no está viviendo.
Podrías vivir cien años, pero si los vives sin amor, al final no viviste un solo día.
El amor más grande podría pasar frente a ti cinco veces en un día, pero si no te diste un momento para sentirlo y reconocerlo, pasarás años sin vivir buscando algo que tuviste frente a ti tantas veces.
Pero un segundo basta para amar y un poco de amor basta para que el tiempo valga.
Todos cargamos a diario dos pequeñas bolsas en nuestras cinturas, una con nuestras municiones de tiempo y otra con una buena cantidad de amor dentro.
Cada quien decide qué hace con ellos, pero todos iniciamos el día con la misma cantidad de amor y de tiempo, no importa dónde o cómo vivamos, a todos se nos regala la misma cantidad cada día. Somos incapaces de introducir más a la bolsa, lo único que podemos hacer es sacar de ellas el tiempo o el amor que necesitamos a cada momento.
Es increíble pero hay personas que salen de sus casas con las bolsas llenas y regresan a sus camas sin haber tocado siquiera esas bolsas. Vivieron un día sin amar o sin realmente utilizar su tiempo. (Es importante aclarar que el día no es tiempo, sino un espacio en blanco en el que nosotros inyectamos o no tiempo para llenar ese espacio o que sólo lo pasamos como se atraviesa un cuarto vacío: se transita pero no se habita ni se hace nada con el).
Hay otras personas que salen de sus casas con las bolsas llenas y vuelven a ellas con las bolsas parcialmente usadas. Utilizaron su tiempo a momentos, haciéndolo valer y dejando trazos de su existencia en el mundo. También esparcieron parte del contenido de sus bolsas de amor entre las personas que quieren.
Pero existen personas que se levantan en las mañanas con las bolsas igual de llenas que los demás y que vuelven a casa con las bolsas aún llenas hasta el tope... pues han logrado lo imposible:
Si bien el tiempo y el amor no pueden negociarse, intercambiarse ni sumarse... lo que logran hacer estas personas es multiplicarlos. No compran, no arrebatan y no meten tiempo ni amor a sus bolsas... simplemente sus bolsas no se vacían. Por más que se saque el contenido dentro de ellas, éste no parece terminarse nunca. Existe, se utiliza y sobreexiste.
Creo que aveces no los utilizamos por miedo a que se terminen, a que nos quedemos sin ellos y dejemos de vivir, o de sentir, o que su ausencia nos empiece a doler.
Pero es justo el hecho de dejar de utilizarlos lo que hace que dejen de existir y no al revés.
Quien utiliza todo su tiempo no lo habrá perdido y quien da su amor a cada momento no dejará de recibirlo de vuelta a cada segundo.
Es el hecho de dar lo que te hace vivir.
El hecho de vaciarte lo que te llenará.
Y el hecho de amar lo que hará que tu tiempo valga no importa qué estés haciendo, porque el dar a los demás aquello que te hace rico es lo único que te permitirá comprar esa valiosa y poderosa posesión que todo el mundo busca pero que la mayoría muere sin haber encontrado: la vida.
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