Frustración
Frustración.
Una palabra.
Probablemente algo en ti se despierta al leerla, tal vez un recuerdo o la razón por la que la has sentido.
No, no la ignores, no la suprimas.
Siéntela.
Es odiosa, te aplasta, te tienta y te tortura sembrando miedo en tu interior. Te susurra al oído que cometiste un error, que la culpa fue tuya, que la mejor etapa de tu vida ya pasó, que te quedarás solo, que no eres talentoso y que no podrás más que conformarte con una vida mediocre, común, lineal.
Si le tenemos tanta aversión a una vida lineal... ¿porqué no nos permitimos libremente vivir los momentos en que la línea de nuestras vidas van hacia abajo sin sufrir, sino aprovechándolos e incluso... disfrutándolos? ¿Porqué queremos suprimir nuestra naturaleza irregular, contrastante y altibaja a cambio de una vida insensible, lineal y gris?
Una vida lineal es una vida que, probablemente no tenga bajas pero tampoco tendrá altas.
Creo que la vida se trata de recibir los momentos malos así como acogemos con energía los buenos.
No me refiero a celebrar nuestras tristezas, sino a no aferrarnos. Ni a los momentos buenos ni a los malos, pues aferrarse a los buenos te causará nostalgia y aferrarte a los malos te generará una frustración innecesaria. ¿Qué hay que hacer? Vivirlos. Cada uno en su presente, dejar que pasen y sentir lo que te hacen sentir en el momento en que pasan frente a ti. Aprovechar lo que dejan a su paso para gozarlo si es algo bello, y aprender, fortalecernos o conocernos, si es algo no tan agradable. Pero disfrutar el paso de ellos en nuestras vidas, porque estamos vivos y todos ellos nos construyen. Los momentos son eso, fragmentos del presente. Recordarlos puede alegrar nuestro presente, pero aferrarnos a ellos lo contaminan por completo. Y olvidarlos es experimentar una auténtica pérdida, sean buenos o sean malos.
Frustración. ¿Porqué hablaba de ella?
Es increíble saber que no muchas entradas atrás en mi blog, una yo recién entrada a la universidad hablaba sobre la emoción y el poder que tenemos al elegir un nuevo camino en la vida. No he vuelto a leerlo en un tiempo, pero recuerdo muy bien cada cosa que escribí en ese entonces... porque las sigo creyendo con todo mi corazón. Sin embargo, hace unas semanas la línea de mi vida bajó... porque así me tocaba vivirlo, porque las circunstancias me llevaron a eso, porque así yo lo permití... llámenlo como quieran, pero me frustré.
Y frustrarse en una carrera como Diseño es brutal, porque la inspiración se apaga, como un foco que se funde. Poof. Y sin inspiración... ¿Qué voy a diseñar? En lugar de escuchar lo que la frustración venía a decirme, la ignoré y con ella a todo lo demás. Entonces, sentí que la frustración me preguntaba porqué había estudiado diseño, qué iba a hacer, dónde iba a encontrar trabajo o si sería capaz de mantenerlo si no podía inspirarme... ¿O fui yo misma quien me hacía esas preguntas?
Unas semanas después, me fui de misiones y ahí no tuve otra opción más que encarar la frustración. ¿Saben qué me dijo? Nada. Ella se había marchado hace mucho tiempo, llegó un día y luego se fue. La frustración fue sólo algo que dejó un momento al pasar por mi vida. Pero yo me aferré a ella, yo sola me fui haciendo pequeñita, me fui aplastando.
Hoy entiendo que sólo llegó para cuestionarme qué estaba haciendo, cosa que le agradezco infinitamente porque, después de decidir encararla y de trabajar para tenerle una respuesta, conseguí entender qué quiero y recordar porqué amo tanto el diseño. Pero la frustración me lo preguntó como un amigo que te pregunta qué vas a querer de tomar en el bar, esperando una respuesta inmediata y serena, pero yo me apaniqué y me aferré a que ello era una pregunta de vida o muerte, y preferí ignorarla.
Al ignorar los malos momentos no permitimos que nos hablen, ni analizarlos ni aprender de ellos y de nosotros, sólo nos aferramos a no sentir, a ignorarlo todo, incluso lo bueno de la vida. Imaginen una vida en donde sean bienvenidos tanto los colores brillantes como los oscuros u opacos... seguramente no será fácil pintarla pero será mucho más interesante, mucho más viva y mucho más hermosa que una pintada sólo con un par de colores repetitivos y apagados.
No me malinterpreten, no digo que sea fácil disfrutar de lo que despierten en nosotros los momentos malos, ni creo que yo no vaya a sufrir la próxima vez que experimente algo difícil. Sin embargo, escribo todo esto para recordármelo cada vez que en mi vida haya que pintar con colores oscuros para contrastar y resaltar la belleza de los brillantes.
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